10.11.06

La crítica de La Prensa

"CUCHILLOS EN GALLINAS" UN DRAMA RURAL QUE REFIERE AL ORIGEN DE LA CREACION
Cuando se impone la palabra

Gaby Ferrero en un momento de Cuchillos en gallinas
© Ernesto Donegana

David Harrower es un autor escocés. Nació en 1966 y Knives in Hens (Cuchillos en gallinas), es su primera pieza teatral.
Estrenada en 1995, en el Traverse Theatre de Edimburgo, es una obra ambientada en la Escocia profunda. La suya es una tragedia rural, protagonizada por un triángulo amoroso compuesto por un labrador, su mujer y un molinero.
Cuchillos en gallinas es un drama rural, que juega en dos planos. El primero es el de un drama típico de pueblo chico, en el que se viven intrigas, obsesiones y amores furtivos en medio de la soledad y los sembradíos. El otro aspecto que se aborda está referido a poner en cuestionamiento los usos del lenguaje, a aprender los por qué de la denominación y el nombre de los objetos, o las cosas.

Fábula inquietante
En su abordaje dramático Cuchillos... es una fábula inquietante que se interroga sobre el amor, como hecho creativo en el hombre. Punto de encuentro y finitud de la existencia. Por eso si se mira la obra desde ese ángulo, en ella caben una amplia gama de sentimientos, que oscilan entre las obsesiones más oscuras, hasta la intención de querer desentrañar infructuosamente los enigmas de la vida.
Con un lenguaje directo, de una poética que por momentos provoca la moral conservadora, la pieza es presentada por el director Alejandro Tantanian, como un cuento podría decirse de raíces medievales.
Con esta resolución escénica el escenario propuesto por la escenógrafa y vestuarista Oria Puppo, refiere a una gigantesca instalación, en la que decenas de juncos insertados en el techo, aluden a un espacio surreal, a un campo "invertido" en su horizonte, tal como es graficada la historia de estos personajes, que se enfrentan a un juego en el que los sentimientos oscilan bajo la lupa de la distorsión, lo que provoca un cuestionamiento constante.

Estados primarios
De colores tierra suaves, las pulsiones primarias del hombre, incluída su sexualidad es puesta en escena como un si fuera un cuento de un antiguo libro troquelado. En ese sugestivo marco de ensoñación, Tantanian, dejó que la palabra se apoderara del espacio y de los personajes, ciñendolos a una exploración en la que cada uno de ellos pareciera cobrar un verdadero vigor dramático en la imaginación del espectador, más que en el espacio escénico, en el que la presencia de cada uno de sus protagonistas, se somete a un ritmo casi hipnótico, en cuyo final asomará la tragedia.
Belleza visual, sutileza escénica y un texto que se impone para cuestionar el por qué de la palabra, como origen del hecho teatral, es el resultado de esta pieza, cuyo título cuestiona la estructura de la lógica del lenguaje.

Juan Carlos Fontana

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