29.11.06

El día de los ñoquis...

... nuestra campesina tiene ésta enfermedad:

Es por eso que hoy (miércoles 29 de noviembre) no haremos nuestra función.
Pero todo pasará y mañana la Mujer Joven, la gran Gaby Ferrero estará haciendo ingresar sus Cuchillos en gallinas. Y recuerden que quedan pocas funciones así que no dejen de venir.

28.11.06

Cuchillos en la tele esta semana y la que viene

En Escenarios de Buenos Aires esta semana y la que viene salen dos programas especiales sobre Cuchillos en gallinas: ¡no se los pierdan!


Primera parte miércoles 29 de noviembre: a las 01, 06, 12, 17 y 22 hs
sábado 2 de diciembre a las 05, 12.30 hs
y domingo 3 de diciembre a la 01 y 18.30 hs.

Segunda parte miércoles 6 de noviembre: a las 01, 06, 12, 17 y 22 hs
sábado 9 de diciembre a las 05, 12.30 hs
y domingo 10 de diciembre a la 01 y 18.30 hs.

siempre por Canal (á)


ESCENARIOS DE BUENOS AIRES
Un programa producido por Complejo Teatral de Buenos Aires. El objetivo es difundir las actividades del Complejo, llevando a la pantalla el proceso de producción de los espectáculos que allí se presentan. Contiene entrevistas con los artistas y técnicos que realizan las diferentes producciones, registra imágenes de la construcción de escenografías, confección y pruebas de vestuario, y muestra todo el detrás escena de las funciones y los ensayos. Cada emisión da cuenta del proceso creativo de una puesta a través de un exhaustivo seguimiento en sus diferentes etapas.

Los espectadores dicen:

Yo viví en el campo.
Allá, en el campo, sentí todo lo que siento acá.
Pero además, vacío.
Una tarde lloré en la galería de frente al campo y tres perros me lamieron las lágrimas.
Los perros. Sabían.
Las naranjas me hicieron acordar a la galería, al aire del piso mojado en la galería.
Y él.
Él comiendo las naranjas.
El pasto que crece... El tiempo que pasa...
Todo me producía una cálida nostalgia, en serio... Pero el recuerdo de aquellos años es frío.
El corazón no se me acelera o me deja de latir pero me envuelve algo de tristeza... Sobre el campo una mirada tierna.
La mirada tierna sobre ella, sobre él. Mía. Así los vi.
Y yo triste.
A pesar del sol y la luz todo parecía estar a la sombra. Como con filtro amarillo.

Martín F. C.

Nuestro molinero cuando deja el molino es...

cine|cronica desde el rodaje de “zenitram”, primer superheroe local

"Toda película de superhéroes está hablando de otra cosa"


Los actores y el director explican por qué no existió en la Argentina una tradición de superhéroes hasta la llegada de este personaje, basado en un cuento de Juan Sasturain, que conecta más con la dificultad de asumir lo propio que con la omnipotencia. “Es más íntimo, más chiquito y la batalla más fuerte es consigo mismo”, dice Luis Luque, el manager de Zenitram.

Por Julián Gorodischer

En General Pacheco, provincia de Buenos Aires, un director de cine trata de romper una tradición negada, la de los superhéroes locales. No los hay por razones múltiples: ¿problemas técnicos?, ¿riesgo de caer rápidamente en la parodia? Zenitram, el superhéroe en cuestión –el primero no animado del cine argentino–, será un perdedor sin inmunidad ni compostura que deberá luchar contra el desabastecimiento global general de agua: el signo será la dificultad para asumir los poderes y la existencia, en un futuro no lejano, de la casta de superdotados naturalizada en el paisaje cotidiano. Esta noche, durante el rodaje que seguirá por otras ocho semanas, el porrazo contra una ventana demostrará menos la ineptitud del personaje (a cargo del actor Juan Minujín) que la dificultad de asumirse en esta región del mundo.

“La diferencia con otros superhéroes –asume el director Luis Barone (El tigre escondido, 24 horas)– es que Zenitram no puede encontrarse con el manejo de su don. Toda película de superhéroes está hablando de otra cosa, y los X-Men lo hacen elípticamente de la diversidad, la aceptación de lo múltiple y la reacción a cierta tendencia conservadora de la realidad norteamericana. Acá lo que se discute es la aceptación de los propios poderes, lo que a cada uno de nosotros nos es negado.”

Coincidencias
¿De qué habla la aventura del superhéroe argento? Barone y su mujer –la actriz y documentalista Mausi Martínez– tienen en claro que la cruzada fantástica no podría referir sino al agua. Ella lo reflejó en Sed, invasión gota a gota, prefigurando las peores versiones de privatización de lagos y reservas acuíferas; él lo cuenta desde la ficción sin que sea menos revulsivo. Pero ahora la pregunta es cómo representar el vuelo del héroe sin derivación paródica, sin que se le vean los hilos en este set que, de ningún modo, debería interpretarse –dice el director– como de pretensión “bizarra”.

“La gente –sigue Barone, en relación a la masa futurista que integra la multitud de extras– se pone contenta porque la Argentina tiene por fin un superhéroe: pero éste vuela con vértigo, y le recomiendan cocaína. Como da bien en las mediciones, lo nombran ministro de Asuntos Excepcionales; su uniforme es de colores bosteros en honor a Juan Sasturain (autor del cuento original y coguionista de Zenitram), con una Z que funciona como el logo de Siam invertido. Acá se grita El que no salta es Superman.” Para el alto porcentaje de escenas voladas, algunas sobre una supuesta terraza del edificio Kavanagh, se recurrió al clásico fondo azul del principio de la saga de Superman. “No es bizarra”, se ataja Barone. “Es en términos realistas, casi naturalistas. Cuando viaja a los Estados Unidos, en los análisis le detectan cocaína y tendrá que hacer su cura en el hospital de superhéroes. Se hace amigo de Frank Ramírez, un hombre elástico chicano que traspasa la materia.”

¿Y acerca de la persistente obsesión temática de la pareja Barone/Martínez? “El principio de todo fue Zenitram”, asume ella. “Cuando estábamos buscando financiación para la película en España entendimos que todas las cosas que imaginamos para el futuro ya estaban sucediendo: hay una escasez mundial de agua, y la realidad supera la ficción.”

Versátil
Ayer nomás fue el erotómano leather de Un año sin amor (sobre la novela de Pablo Pérez), luego el cura de El cielo elegido (sin fecha de estreno confirmada) y ahora el superhéroe Zenitram, como si el universo todo fuera abarcado por sus tres protagónicos en cine, aunque él observe en el amplio espectro más similitudes que contrastes. “Algo del cura y el leather –razona Juan Minujín, aquí Zenitram– se parecen: pertenecen a la logia de hombres. Yo veo una ventaja en la mayor exposición del personaje; cuanto más descarnado, es más interesante. Prefiero esos perfiles que el de un chico en su departamento que no sabe qué hacer. Puede haber actores más pudorosos con escenas sexuales. No es por cancherear, pero está bueno tirarse a la pileta.”

La ocasión requiere repetir la misma pregunta todo el tiempo: ¿qué superhéroe hubiera querido ser?, como si la respuesta obligara a definir una personalidad y un tipo. El de Luis Luque (manager de Zenitram en la trama) es Aquaman, por relajado y por naranja y verde. El de Luciano, un extra que hace de guardia de seguridad del grupo de malvados, es el gemelo fantástico, y argumenta que es por su condición de “hijo único”.

¿Antviril?
Mientras le maquillan la sutura tras el golpe que interrumpe el vuelo, a punto de probarse la lycra sin relleno ni corset que lo inflaría aunque sea un poquito, Minujín se asume menos X-Men que Superman venido a menos. Ciento por ciento clásico, volviendo al individualismo anterior a la escuela para seres especiales de los X-Men o a la familia animada de Los increíbles, transgredido eso sí en el espíritu decadentista por tiempo completo, sin identidad civil oculta. “La idea es ser un chico común, al que le revelan que tiene este poder. ¿Si la malla tan apretadita es antiviril? Es cierto, pero a la vez es como la exaltación del músculo.” ¿Qué músculo? “Y hay algo del traje que es el poder; sin eso no pueden hacerlo.”

–Recién Luis Barone decía que un actor consagrado no se hubiera animado al superhéroe... ¿Sus reparos?

–Si hago una buena transferencia con el director, es un placer. Si no, es una pesadilla fatal. Pero en algún punto, siendo actor uno ocupa un lugar interpretativo, no autoral. Sobre todo en cine, donde hay tantos elementos e instancias que intervienen. Por momentos lo meramente interpretativo me parece un poco “corto”.

Sueños
La cobertura del rodaje crece en el encuentro con los extras, más ociosos que el protagonista, alejados del ritmo de la repetición fordista de la misma escena, en espera plácida. Ellos conectan con el sueño más antiguo que el de los superhéroes. Tan fuerte es el deseo de aparecer y ser visto como el de una gesta por el agua que deberá defender Zenitram en ese futuro. Los extras pasan toda la noche en vela, hoy que se repite la meditación del superhéroe tras el golpe contra la ventana y el encuentro con la chica que le gusta. ¿Qué desean?

Roberto: –Soy actor, hago comedia musical. Trabajé en el teatro El Vitral, hice a un mecánico que se llamaba Carlitos. (“Che, me va chico, no me entra este guante”, se dispersa.) Estuve en coros, hice presentaciones de canto. Muchos empezaron así...

Pablo Martín: –Algún productor puede verte, o un director te recomienda a otro.

Roberto: –Es mi única meta en la vida... que me digan lo que tengo que hacer. Sólo cuando estoy en una obra de teatro o en un casting de TV. Quiero que me disfracen de Superman y me pongan en primer plano. ¿Me falta torso? No crea, si sabremos de rellenos...

Tiempo de valientes
–Recién empiezo a filmar –acota Luis Luque en una pausa del rodaje–. Pero sé que tanto estos tipos como los de Tiempo de valientes (la película de Damián Szifrón) hacen lo que pueden, y son héroes a pesar de ellos mismos. Sus vidas son bastante comunes y, a veces, alejadas del objetivo de ser héroes. Me parece que la falta de superhéroes locales es por una cuestión técnica; se le tenía miedo al género... Y éste es un momento histórico en el que pueden entrar. Estamos en un mundo caótico, sin existencia de la ley. En chiquito, mirá lo que pasa en el fútbol. Tenemos esa cosa de que va a venir papá y nos va a salvar.

–¿La tendencia moderna, desde los X-Men a Zenitram, es el superhéroe al que le cuesta asumir el poder?

L. L.: –El nuestro es más íntimo, más chiquito. Y la batalla más fuerte es consigo mismo. Yo me creo el actor perfecto para hacer un superhéroe alguna vez: con un dejo de marginalidad y potencia interrumpida o cortada. En el camino de héroe, que mientras toma conciencia de lo que es arma su propia revolución. En lo personal, yo transito constantemente esos estados.

Nada es grande ni ostentoso: el superhéroe aparece con la lycra que chinga en la cintura. Camina por el viejo edificio de Radio Nacional, de máquinas enormes y galpones vacíos más como el resabio lejano de la megalomanía soviética que como las nuevas expresiones de todopoderoso. Posa batiendo las alas más parecido al pájaro herido que al hombre de acero. Seguro no motivaría la pregunta sobre si es un pájaro o es un avión. Un desprevenido diría, en cambio: ¿y ese loco? La autenticidad y la aceptación de los estados alterados podría ser un buen antídoto contra la limitación de recursos. Los márgenes refundan el canon e incrementan la humanidad. A Minujín no se le exigió entrenamiento para ampliar el pectoral. No hace falta. Pero sí, en este minuto, le piden que se calle de una vez para que la herida que le esculpen en la frente dé profunda, sangrienta y natural. “Uno como Zenitram –dice Luis Luque, para terminar– o tipos como los de Tiempo de valientes sufren el poder que tienen, o no lo asumen, o les da miedo.”

25.11.06

Más comentarios...

Alejandro,
No tuvimos oportunidad de cruzarnos, no quería dejar de decirte lo mucho que me gustó la puesta de Cuchillos... , la obra me había capturado y la puesta no produjo menos, el trabajo de Gaby me pareció muy intenso, la música, la escenografía... en fin...
Felicitaciones,

Flor E.


Hola Ale, vengo de ver Cuchillos..., te dejo algunas sensaciones bien en caliente, en principio: la pasé muy bien, siempre agradezco cuando puedo meterme en una obra y no salir hasta el final. Desde el comienzo, el espacio que cuenta tanto de por sí, además de lo bello que se ve. Me gustó mucho la presición en el ritmo, sentí plasmado mucho de lo que yo vi cuando leí el texto, con tu impronta.
Tenía previamente algo de temor debido a que la expectativa que me generaba ese texto era muy alta, no defrauda, para nada, como dijera antes, es agradecido.
Me gusta mucho como transitan la obra los actores. (...) La actriz tiene momentos de una energía muy potente. Están todos realmente bien.
El dispositivo escénico me resulto muy atractivo también. Me fui muy contento al comprobar que se puede combinar inteligencia y carne algunas veces. Y el campo como un campo, no un campo, muy acertado.
Bueno, eso, te felicito, seguramente estarás contento.
Si se me ocurren otras cosas te las comento.
Todo esto es del orden de las sensaciones, no pretendo otra cosa, me senté y disfrute, lo poco que podía traer como bagaje de la obra, de vos, del TGSM, de los actores, lo deseché apenas empezó la función.
Lo poco que pueda decir esta en estas líneas lo más despojado posible de todo lo que no sea el espectáculo que presencié.
Te mando un gran abrazo,

Pablo I.


Querido Alejandro, fui a ver Cuchillos en gallinas, es muy inquietante la relación de tu teatro con lo plástico: las imágenes se suceden y se mueven y casi no importaría nada más. Pero no, sigue: y el maiz, disparador incalculable hacia atrás y hacia dentro, el cielo que gira en sí mismo de noche a día, de espacio a oculto pastizal cañaveral sobre el infinito recuerdo de cada uno, a quién, cada. A mí mucho. Gracias. Queli B.

Ps: La Ferrero hace un personaje de antología.

Nos escriben diciendo:


Hola Alejandro:

Coincido plenamente: David Harrower escribió la obra que yo hubiera querido escribir. Por eso mismo me cuesta decir algo sobre esta obra que, más allá de toda disección posible, disfruto tanto. Y qué placer debe haber sido poder dirigirla, y qué difícil a lo mejor. Me gustó mucho el encuentro entre el molinero y la campesina. De los actores en especial el contraste entre la ternura al borde de Minujín, y la cosa física amenazante de Velázquez, que se le sale por los ojos. Está bueno que se muevan sobre semillas, el campo dado vuelta y sonidos que generan; y la música que no sé que es pero que en algún momento suena al norte de las islas. Me tomo el atrevimiento de decir que me gustó el espacio en general, pero que algún detalle de la escenografía sentí estaba bueno en sí pero no se me llegaba a integrar en el conjunto, como las luces del piso al final, no sé, una sensación. Más allá de todo, me encantó ver en escena esta obra que adoro. Así que gracias.

Un abrazo,

Silvina L. M

19.11.06

Algunos espectadores nos escriben:


Ayer fui a ver Cuchillos... Arrastré mujeres a la función y te comento que, como esperaba, el texto de por si mueve comentarios muy interesantes... El poder y la palabra fueron históricamente de propiedad ajena y la obra lo plantea bien.
Ya te había dicho que me daba curiosidad ver tu puesta porque la obra es un mundo que a mí me conmovió mucho.
Antes que nada, me impactó el espacio (luz, diseño, todo). El suelo-cielo y el suelo-comida son mis preferidos.
Muy efectivo y muy sugerente porque dice una enormidad de cosas antes de que se escuche la primera voz. En seguida se piensa campo, crecer, sol, noche, trabajo, tierra, tiempo, afuera, adentro...
Los tres personajes son personajes actoralmente deseados. Envidié la oportunidad de Ferrero. Siento que el personaje de la mujer es un lujo y la actriz lo sostiene muy bien... ella arrastra la piedra del molino.
Quería saludarte al salir pero te perdí de vista. Un beso grande y nos vemos pronto.

Paula B.

A ver... apunto algunas cosas que me pasaron.
Creo que lo de Gaby atraviesa momentos de una intensidad que se me hará difícil de olvidar. Hubo momentos donde esa representación me limpió toda imagen y cayó cenitalmente sobre cualquier sentido que podía construir.
Mujeres diciendo, mujeres en la soledad nombrando para olvidar. Mujeres a la intemperie. Hay algo de esencial, no puedo explicar qué. Desde mí, sólo una sensación y un homigueo en el pecho en la sonoridad de una partitura fabulosa.
Hay un peso que gravita desde el texto, y su condensación, y atraviesa sentidos. En el contexto, campo desolación y a la vez cercanía. Suma cercanía.
Llamativamente los silencios, el peso de callar, de sostener la implosión de la palabra. Cuando el decir se hace añicos y se pulveriza en los cuerpos. Cuando los personajes paran, se detienen sobre sus pasos pero el movimiento previamente creado construye un clima
La puesta qué decir... El junco, el grano en el piso. La sonoridad. Me gustó el tiempo, la reiteración y el aroma de las naranjas, una nimiedad que en el exceso del dispositivo me gustó mucho.

Juanjo S.

12.11.06

Juan en Perfil

ENTREVISTA A JUAN MINUJIN
Un seductor retraído

Debutó en TV con un programa de Matías Martin. Se fue de Telefe porque le pesaba la exigencia del rating. Debutó en el San Martín con una pieza dirigida por Tantanian.

Por Mercedes Halfon
DIFICULTADES. "La estructura del teatro, los problemas institucionales interfieren en el proceso creativo", asegura.

"Yo te toco... un poco, un poco... y a ti te gusta”, era la frase de cabecera del italiano seductor con el que Juan Minujín se dio a conocer en el mundillo teatral hace unos años. El personaje era parte de la galería de seres eróticos y extravagantes que poblaban Hermosura, el espectáculo de danza-teatro que el grupo El Descueve estrenó allá por 2001. Ese personaje viajó también a la pantalla chica, en Arde Troya, el programa que Matías Martin condujo por América. “Al principio, yo me escribía los monólogos, como el programa tenía nada de rating –se ríe–, podía hacer lo que quería. Cuando pasó a Telefe ya había más presiones, me pedían que dure un minuto, todo el mundo opinaba, y ya no me dieron ganas. Así que me fui.”

Después de eso, entre otras cosas, Minujín protagonizó Un año sin amor, la película de Anahí Berneri, donde compuso un gay sadomasoquista bastante lacónico. Ahora, aunque participó este año en algunas emisiones de Mujeres asesinas, está abocado a su trabajo en cine y en teatro. Acaba de estrenar la excelente Cuchillos en gallinas en el Teatro San Martín, dirigido por Alejandro Tantanián.

—¿Cómo te sentís trabajando en el San Martín?
—Me resulta muy placentero por mis compañeros y Alejandro Tantanián. La estructura del teatro es difícil, a veces los problemas institucionales interfieren en el proceso creativo. Es distinto ensayar con unos amigos una obra en algún lado, con una plata que te dieron. Acá estás mezclado con los problemas de maquinaria... qué sé yo. Creo que en el San Martín con un director con el que no tenés mucha onda...

—Te la regalo...
—Sí, eso.

—¿Y tenías alguna mitología en relación con este teatro, venías de chiquito?
—A los quince, cuando empecé a estudiar teatro con Cristina Banegas, ella estaba haciendo acá El padre con Alberto Ure. Vi obras buenísimas, sobre todo las de Ure, y el Hamlet de Bartis, que fue de lo más inspirador para mí.

—Hay algo sexual en los personajes que solés hacer. El italiano de El Descueve, el gay de Un año sin amor, incluso el molinero que interpretás en C uchillos en gallinas. ¿A qué lo atribuís?
—(Se ríe) En el molinero no lo veo tanto; es seductor, pero no tan erótico. Pero en los otros, sí. No sé a qué se debe. Soy tímido y retraído con estos temas. Lo que se dio con El Descueve fue una red de confianza que me permitió sentirme libre para improvisar. Creo que El Descueve en sí mismo tiene una energía muy sexual, y Un año sin amor estaba atravesada por eso. Hace poco hice una película, El cielo elegido, en la que hacía de un cura con conflictos de fe... otra cosa. Probablemente después, viéndola aparezca algo sexual (se ríe). Debe tener que ver conmigo, pero en el campo artístico, no es que yo sea así, hay algo que por suerte se libera ahí...

—¿Estás con otra película?
Zenitram, una adaptación de un cuento de Sasturain que dirige Luis Barone. Es sobre un superhéroe argentino. Y yo soy el superhéroe, así que estoy ensayando con capas y arneses. Es una coproducción con España y EE.UU., la primera película industrial en la que trabajé.

Y una última pregunta:Marta Minujín es tu tía, ¿qué nos podés contar de su relación?
—Marta es mi tía. Espero que no titulen la nota “El sobrino de Marta” porque me muero. Yo tengo buena onda con ella y todo, pero no es un pilar en mi vida, no es que yo digo “Me abrió el camino artístico mi tía Marta”; la veo una vez por año...

—Bueno, está bien. No lo vamos a poner de título. (risas)

10.11.06

La crítica de La Prensa

"CUCHILLOS EN GALLINAS" UN DRAMA RURAL QUE REFIERE AL ORIGEN DE LA CREACION
Cuando se impone la palabra

Gaby Ferrero en un momento de Cuchillos en gallinas
© Ernesto Donegana

David Harrower es un autor escocés. Nació en 1966 y Knives in Hens (Cuchillos en gallinas), es su primera pieza teatral.
Estrenada en 1995, en el Traverse Theatre de Edimburgo, es una obra ambientada en la Escocia profunda. La suya es una tragedia rural, protagonizada por un triángulo amoroso compuesto por un labrador, su mujer y un molinero.
Cuchillos en gallinas es un drama rural, que juega en dos planos. El primero es el de un drama típico de pueblo chico, en el que se viven intrigas, obsesiones y amores furtivos en medio de la soledad y los sembradíos. El otro aspecto que se aborda está referido a poner en cuestionamiento los usos del lenguaje, a aprender los por qué de la denominación y el nombre de los objetos, o las cosas.

Fábula inquietante
En su abordaje dramático Cuchillos... es una fábula inquietante que se interroga sobre el amor, como hecho creativo en el hombre. Punto de encuentro y finitud de la existencia. Por eso si se mira la obra desde ese ángulo, en ella caben una amplia gama de sentimientos, que oscilan entre las obsesiones más oscuras, hasta la intención de querer desentrañar infructuosamente los enigmas de la vida.
Con un lenguaje directo, de una poética que por momentos provoca la moral conservadora, la pieza es presentada por el director Alejandro Tantanian, como un cuento podría decirse de raíces medievales.
Con esta resolución escénica el escenario propuesto por la escenógrafa y vestuarista Oria Puppo, refiere a una gigantesca instalación, en la que decenas de juncos insertados en el techo, aluden a un espacio surreal, a un campo "invertido" en su horizonte, tal como es graficada la historia de estos personajes, que se enfrentan a un juego en el que los sentimientos oscilan bajo la lupa de la distorsión, lo que provoca un cuestionamiento constante.

Estados primarios
De colores tierra suaves, las pulsiones primarias del hombre, incluída su sexualidad es puesta en escena como un si fuera un cuento de un antiguo libro troquelado. En ese sugestivo marco de ensoñación, Tantanian, dejó que la palabra se apoderara del espacio y de los personajes, ciñendolos a una exploración en la que cada uno de ellos pareciera cobrar un verdadero vigor dramático en la imaginación del espectador, más que en el espacio escénico, en el que la presencia de cada uno de sus protagonistas, se somete a un ritmo casi hipnótico, en cuyo final asomará la tragedia.
Belleza visual, sutileza escénica y un texto que se impone para cuestionar el por qué de la palabra, como origen del hecho teatral, es el resultado de esta pieza, cuyo título cuestiona la estructura de la lógica del lenguaje.

Juan Carlos Fontana

7.11.06

Algunos espectadores dicen:

Ale,
estuve en el teatro el sábado y vimos la función.
Felicitaciones. El texto es fantástico pero muy difícil para representar. Me gusta cómo elegiste los actores, las formas de Gabriela, la harina, la naranja: vienen muy bien - le dan cuerpo a la propuesta más abstracta, cierto distanciamiento del molinero en el decir, muy intenso Diego. También la decisión de volver canto, los monólogos de la mujer. El texto se escucha muy bien y se sigue con atención la fábula. Felicitaciones de nuevo. La escenografía, y sus movimientos está impecable: felicitá a Oria de mi parte. Muchas gracias por todo y un gran abrazo,

Beatriz Catani


Me gustó mucho la obra en general, cómo se sugieren los ambientes, la historia.
También la puesta de luces, la escenografía tan simple e impactante en texturas, colores...
Me gustó muchísimo el texto (guau! que bien que dicen algunos lo que ni sabíamos que compartíamos con ellos... nombrando o esbozando nombres....): esa ausencia de palabras, lo más exquisito, que te deja con ganas de más auditivamente...
Me pareció sumamente sugestiva en todo momento.
Me gustó mucho la música, suena muy bien, muy armónica con las sensaciones que va transmitiendo la obra...
A la gente también le gustó, te cuento que tenía a mis lados señoras bastante mayores, una especialmente que antes que empiece hablaba acerca del "hablar raro del teatro de ahora"... sobre el título de la obra, y al terminar se fue repitiendo lo mucho que le había gustado, la sorpresa que se había llevado, etc...
Te felicito,

Alejandra P.


Tanta:
Fui a a ver Cuchillos... el domingo, me pareciò exquisita. Bella, y de una simpleza que encierra una metafìsica romàntica sobre el lenguaje y el despliegue del mundo al que nos somete.
La puesta, impecable.
Beso grande y que sigas haciendo belleza.

Cande.


Ale,
fui el sábado con Claudia A. (¿la ubicás?) y nos gustó muchisimo!!!!!!
Excelentes actuaciones, escenografía!!!, luces, TODO!!!!!!! El olor a campo creaba un clima alucinante...
Y cuántos parecidos con la vida, por dios! 3 siglos y la historia se repite una y otra vez! Yo ya dejé hace tiempo al "fino" campesino que supe encontrar y estoy a pleno eligiendo molineros. Parece que no, pero hay bastantes, ¿eh? :-)
Por suerte, no tengo nombre para todo y la vida me sigue sorprendiendo día a día con sus misterios. A veces los escribo pero cada vez menos trato de entenderlos.
Me super alegra que estés trabajando tan bien (lo cual me hace imaginar que también ESTÁS bien. ¿Vale la transferencia acá o sólo es para las matematicas?)
Bueno, te mando un super beso y gracias por los buenos momentos que paso cada vez que veo algo tuyo.

Paula S.

5.11.06

Manos











“Los ojos el corazón y las manos abiertas / Manos bajo mis ojos dedos separados /











/ Que nunca sostuvieron nada / Y que tiemblan / Por el espanto de estar vacíos”.

Bajo llave

Pienso en la desolación del invierno
En las jornadas largas de soledad
En la casa muerta
—Y es que al no abrirse nada la casa muere—
Cerrada la casa, rodeada por el bosque

Negros bosques llenos
De viento duro

Atenazada la casa por el frío
En la desolación del invierno duradero


Alimentando a solas una pequeña fogata en el gran atrio
Alimentándola con secas ramas
Poco a poco
Para que dure
Para impedir la total muerte del fuego
A solas con el tedio que no puede salir
Que uno encierra consigo mismo
Y que se propaga en el cuarto

Como el humo de un mal atrio
Que asciende con dificultad
Cuando el viento azota el techo
Y reprende al humo del cuarto
Hasta que uno se ahoga en la casa cerrada

A solas con el tedio
Que sacude apenas el vano espanto
Que viene de pronto y nos asalta
Cuando el frío rompe los clavos de las tablas
Y el viento hace crujir el maderamen

Largas noches tratando de no congelarse
Después viene la luz en la mañana
Más glacial que la noche.

Así largos meses en espera
Del final del áspero invierno.

Pienso en la desolación del invierno
Solo
En casa bajo llave.

Saint-Denys Garneau

4.11.06

Sin ánimos de contrariar / Crítica del juicio

George Steiner

Me pregunto -y estoy seguro que muchos son los que se hacen esta misma pregunta- desde dónde mira un crítico para ejercer la crítica. ¿Cuál es el lugar de la mirada? ¿En qué espacio se posiciona el que ejerce la crítica? ¿Para quién escribe? ¿Por qué escribe? Varias respuestas llegan a responder esta pregunta, pero ninguna me satisface como para escribirla en este post. ¿Qué se espera ver cuando se va a ver algo? ¿El crítico tiene una idea de lo que verá y es eso lo que coteja mientras ve? ¿Coteja que aquello que tiene delante coincide con lo que él imaginó, presupuso o cree? Dice George Steiner -pregunta George Steiner- "¿Quién sería crítico si pudiese ser escritor? (...) ¿Quién querría ser crítico literario si pudiera poner los versos a cantar, o componer, a partir de su propio ser mortal, una ficción viva, un personaje perdurable? (...) El crítico vive de segunda mano. Escribe acerca de. Ha de dársele el poema, la novela o el drama; la crítica existe gracias al genio de otros hombres" (Lenguaje y silencio - página 19, Editorial Gedisa). Entonces: bueno sería que los críticos pudieran dar cuenta de lo que hay y no de lo que ellos hubieran querido que hubiera (valga la horrorosa cacofonía), bueno sería que abrieran el corazón y la cabeza a lo que viene y no que moldeen lo que viene a sus corazones y sus cabezas, bueno sería que dijesen no entender cuando no entienden y no intentar explicar lo inexplicable para ellos, bueno sería que la belleza no sea para ellos el espacio en donde todo lo demás desaparece, bueno sería que utilizasen el lenguaje para decir lo que el lenguaje trae consigo, bueno sería que funcionasen como puente entre el mundo y los objetos del mundo, bueno sería que entusiasmen a quienes los leemos para que podamos sumergirnos con ganas en las aguas que ellos recomiendan. Pero no: parecen salidos de un silencio sepulcral y sólo arrastran al sepulcro del desapasionamiento y la disección: no pueden "entrar" en el objeto (por abulia, por desidia, por desinterés, por ignorancia, por falta de pasión) y por eso deciden diseccionarlo para entregarlo como cuerpo muerto.

Walter Benjamin

Una pena, una verdadera pena: en lugar de animar el mundo, lo desaniman; en vez de sumar entusiastas prefieren llevar a sus casas un grupo de ovejas que balan la misma nota. Y vuelvo a citar a Steiner: "Al mirar atrás, el crítico ve la sombra de un eunuco."
Bueno sería que aprendiese a ser fértil: ojalá suceda.

3.11.06

En La Nación, hoy

Un mundo donde se impone la belleza

Escena de la obra de David Harrower

Cuchillos en gallinas, de David Harrower. Intérpretes: Gaby Ferrero, Juan Minujín, Diego Velázquez. Asesoría literaria: Josefinda Delgado. Asesoramiento en magia: Matías Race. Música: Guillermina Etkin. Iluminación: Jorge Pastorino. Escenografía y vestuario: Oria Puppo. Dirección: Alejandro Tantanian. En el Teatro San Martín.
Nuestra opinión: bueno

El escocés David Harrower se da a conocer por primera vez en Buenos Aires y a través de su primer texto teatral, estrenado en Edimburgo en 1995, Cuchillos en gallinas . En una primera mirada puede decirse que se trata de una tragedia rural cargada de condimentos simples, aunque muy efectivos a la hora de promover cierta conmoción en la conducta del espectador.

Profundizando la observación se podrá reparar en que a Harrower le interesan esos seres simples y ese ambiente hostil para proponer un intenso juego con el lenguaje, lo que posibilitará revelar sus cualidades de manera muy diferente. Los tres personajes que conforman la historia hacen uso de ese lenguaje de manera elocuente, con diferencias bien marcadas en cada caso.

La trama de Cuchillos en gallinas es pequeña. Una mujer convive con un campesino en un ámbito muy tradicional culturalmente, pero no por eso privativo de ciertos excesos. Un molinero, de historia personal muy oscura, se cruza en sus destinos y provoca un intenso cambio de rumbo en la vida del matrimonio.

La mujer es quien deviene en gran protagonista de la historia. Es ella la que carga con las preguntas y busca respuestas; es ella la que, ansiosa por transitar caminos menos sinuosos, prefiere sostener una mentira antes que vivir a la sombra de su hombre, que es lo mismo que decir escondida en un mundo brutal sin vitalidad. Sus diálogos con el molinero son definitorios para sus decisiones.

En un marco escenográfico sumamente preciosista de Oria Puppo, magníficamente iluminado por Jorge Pastorino, el director Alejandro Tantanian dispone a sus actores -Gaby Ferrero, Juan Minujín y Diego Velázquez- de manera singular.

En ese tratamiento del espacio, sin dudas, hay una profunda investigación que incluye la disposición de los intérpretes de una manera sumamente equilibrada. Cada uno de los personajes hace del espacio un lugar de pertenencia primordial y lo embellece con su presencia de forma muy acabada.

Juego formal

En ese sentido, Tantanian impone un fuerte juego formal en su propuesta. El espectador no reconocerá a fondo los mundos privados de los personajes, los sentimientos que los alcanzan. Sólo reparará en sus dichos bajo unas cualidades de actuación dominadas por una llamativa neutralidad. En ese profundo marco de belleza escenográfico no hay lugar para actos descontrolados, conductas brutales signadas por la hostilidad del paisaje, aunque ciertas citas aporten referencias a eso.

Así, la tragedia no alcanzará su máximo clímax en ese lugar. Pero el espectador se llevará consigo una intensa realidad: las palabras pronunciadas, los cuerpos en actividad y una luz que los esconderá o descubrirá continuamente irán acumulando en su cuerpo sensaciones diversas, y la suma de todas ellas devolverá la imagen de un mundo contemporáneo en el que lo bello parece imponerse a cualquier rasgo de miedo, dolor o desgarro.

Una reflexión última queda en el público y la experiencia personal de cada uno le posibilitará desentrañar el verdadero valor de esos seres que, durante algo más de una hora, cruzaron sus mundos en escena: bellos siempre, pero patéticamente desarmados.

Carlos Pacheco

1.11.06

La crítica de Clarín

TEATRO : CRITICA
Las cosas por su nombre
Notables actuaciones y una vital puesta de "Cuchillos en gallinas", una obra del escocés David Harrower.
TRABAJOS. Gaby Ferrero, Diego Velázquez y Juan Minujin, un triángulo trágico

Ficha
DRAMATURGIA DAVID HARROWER
DIRECCION ALEJANDRO TANTANIAN
ELENCO GABY FERRERO, DIEGO VELAZQUEZ, JUAN MINUJIN
ESCENOGRAFIA ORIA PUPPO
MUSICA GUILLERMINA ETKIN
LUGAR TEATRO SAN MARTIN, CORRIENTES 1530.
MUY BUENO


Camilo Sánchez

Ella, Mujer Joven, la sin nombre para el mundo, está obsesionada con los nombres del mundo. Un charco —se pregunta— cuando se leen en él las pisadas de los pájaros, cuando refleja el último sol, cuando deja ver las grietas de la tierra, ¿sigue llamándose charco? Y gira en el aire, ella, la que tiene sed y ansiedad por el lenguaje de las cosas, como un árbol gira sacudido por los vientos, y pregunta cómo se llama eso que sucede cuando el viento deja ver la parte de abajo de las hojas. "Las cosas cambian cada vez que las miro", se desespera la mujer para, al nombrar, poder avanzar un paso más allá, en busca de dios o de lo que sea, y acaso darse el nombre que le han negado.


La historia de un triángulo clásico, la tragedia que se vislumbra, pero más que nada la obra Cuchillos en gallinas —que escribió el escocés David Harrower en 1995— habla de los alcances y derrotas de la lengua: ese espejo con vida propia. Pony William (Diego Velázquez), el esposo de Mujer Joven, tiene las palabras de ella resueltas en su cuerpo. Gilbert, el Molinero (Juan Minujin), las mediatiza en la escritura. De ahí la opresión y el encantamiento: el primero le dicta violentamente los nombres; el segundo, parece instalarla frente a ellos. La Mujer Joven (Gaby Ferrero) aprende finalmente que el lenguaje es también, y al mismo tiempo, bastón y ancla, y avanza sobre su propio destino por encima de la tragedia.

La vitalidad de la puesta de Alejandro Tantanian se percibe en cuestiones abstractas, la manera en que el texto cobra vida, las reacciones y la muy ajustada presencia en escena de los tres protagonistas. Y la vitalidad se refleja en cuestiones más concretas: el olor de las naranjas, el sordo ruido del maíz cuando es pisado, la harina que sobrevuela el aire, unos caballitos que cobran vida propia en el momento exacto. En ese sentido, la escenografía de Oria Puppo es jocunda: una tonelada y media de juncos como una lluvia opresiva y unos doscientos kilos de maíz como alfombra, una visión del campo domesticado.

El relato, ambientado en una zona rural del siglo XVIII, adquiere profundidad cuando se muestran los diversos grados de opresión que padece Mujer Joven. Aunque es cierto que la línea de acción tiende a diluirse en tanto se avecina la tragedia. El viraje de Williams, su renunciamiento, o la decisión fatal de Mujer Joven, parecen producirse en medio de quiebres o saltos algo abruptos en la continuidad de la historia.

La iluminación de Jorge Pastorino es inquietante y acompaña el cambio de escenas, cuya escenografía es modificada por los propios actores. Hay, por último, un atajo a la trama principal muy interesante: el molinero que se queda con un diezmo comercial por su trabajo y carga con un odio general del que se hace cargo. Y denuncia, a su vez, asqueado, el estado de adormecimiento de los habitantes de la aldea, "sin poder sobre la lengua de los demás".

Hoy en Clarín

TEATRO
Alejandro Tantanian: "No quería especular con la violencia"

A los 40 años, el autor y director se lució en el teatro oficial con dos obras. Dirigió a Alfredo Alcón y Elena Tasisto en "Recital Ibsen" y acaba de estrenar "Cuchillos en gallinas" en el San Martín, con una tonelada y media de juncos y una alfombra de 200 kg de maíz...

Susana Villalba ESPECIAL PARA CLARIN

En el principio fue el verbo: la luz apareció cuando Dios dijo "hágase la luz". Luego el hombre conquistó —o un Prometeo puso a su alcance— esa posibilidad del lenguaje que es lo que lo hace un hombre: ese animal que también puede ser un semidios. Sofía, la sabiduría intuitiva, oral, se unió al conocimiento racional y masculino, y generó la ley escrita. Pero a medida que se establecieron jerarquías que cifraron y organizaron la distribución del conocimiento, otra mujer, la transgresión, tuvo que bucear en los misterios del lenguaje para volver a encontrar las fuentes que fluyen para todos.

Cada vez que se hace insoportable la tensión entre la ley de una lengua en común y las sensaciones individuales que la desbordan, surge la poesía. De esto habla o calla Cuchillos en gallinas. Un labrador, su mujer, y el molinero, una fábula simple, tan simple como decir la vida, el amor, la muerte, todos sabemos lo que es eso: eso de lo que no sabemos nada.

Podemos hundir el cuchillo en la gallina y no encontraremos el secreto de los huevos de oro, sólo sabremos que lo que parecía estar ahí no está. "La obra cuenta la formación de una poeta —dice Alejandro Tantanian—; el personaje femenino, al heredar la palabra escrita empieza a ser la creadora de las cosas y entonces a separarse de Dios. El autor cuenta una historia y a la vez no, no es un thriller pero lo es; el acento está puesto en el poder de la palabra y qué le pasa a cada personaje con ese descubrimiento. Al final los tres devienen otro, el labrador se hace uno con la naturaleza y el molinero se aleja del lugar cristalizado en que lo habían puesto."

Hay algo bíblico.

Puede ser una parábola bíblica sobre la expulsión del Paraíso, ella es como Eva comiendo del árbol del conocimiento del bien y el mal. Cuando pierde la inocencia y toma conciencia de sí y del otro, ya no es una costilla de su marido. Si la obra pegó en tantos países distintos es porque hay algo de nuestro mito fundante occidental, por eso buscamos cómo respetar la forma original del texto que parece ser de alguien que empieza a hablar.

La obra se conoció como semimontado, dirigido por Paul Miller, cuando fue seleccionada para el programa de intercambio del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires 2003, por el cual dos autores argentinos traducían a dos ingleses y dos franceses, y viceversa. En ese marco vino Harrower a nuestro país a dar un seminario y trabajar en la versión final en castellano con Beatriz Catani, basándose en una primera traducción de Rafael Spregelburd. Ahora Alejandro Tantanian y Martin Tufró realizaron modificaciones sobre el trabajo de Catani.

"La leí en inglés en 1998 —dice el director— y me impactó porque tanto podía haber sido escrita en el Renacimiento como hacía dos días, y además porque era un tema diferente a lo que abundaba en los '90, acá y afuera: conflictos urbanos y con lo urbano, conflictos vinculares y de familia. La decisión de Harrower de ubicarse en el campo permitía una mirada sobre lo humano más desnuda, universal y trascendente. Y se ocupaba de temas que de alguna manera siempre me obsesionaron: la formación de un espíritu artístico, el lenguaje, la individuación. A partir de preguntarse por los nombres, el personaje empieza a ser ella misma y a obrar en consecuencia, incluso con consecuencias terribles."

Un crimen...

Que yo elegí no mostrar en escena, a la manera de la tragedia griega, como también hice en Los mansos, porque esas muertes son más que nada metáforas y para no especular con la violencia. Además, hay muchas cosas que Harrower elige no aclarar, prefiere abrir preguntas y yo respeté eso, echar luz sería tomar partido por uno u otro.

¿En el original también ella canta, como en esta puesta?

No, hay tres monólogos, el primero de oraciones muy sencillas, "El conejo corre", que se van complejizando en el segundo y tercer monólogo porque ella va encontrando la poesía. Yo elegí que comenzara como se inició la tragedia, como cantos a la tierra, luego va hacia la palabra hablada y hacia la escrita. En el momento en que escribe tiene una iluminación, ella mueve el mundo y la naturaleza con las palabras. Por eso también elegí actores con una fuerte formación en lo físico, porque siento que hay algo de masa corporal atada a la tierra, en contraste con sus palabras que aspiran a ir al cielo.

También es marcado el tema de salirse de lo que dicen de uno.

Sí, del molinero se dice que hay que odiarlo; de Williams, que es zoófílo. Ella intenta ver qué hay detrás de lo que se dice, ya que detrás del nombre Molinero hay un hombre. Al final se dicen cosas sobre ella porque ha transgredido.

¿Por qué se elige no decir nunca el nombre de ella?

Es uno de los misterios más lindos de la obra. Cuando ella le escribe su nombre al molinero es un momento límite, un pacto con el demonio del conocimiento; por eso le queda la mancha de tinta grabada. Pero ella se salva y salva al monstruo de la aldea que entonces se transforma en un hombre. Estamos en una época de individualismo pero de poco individuo. Y de poca preocupación por lo espiritual, por eso también me interesa tanto que la gente se acerque al texto, más allá de que guste o no mi puesta. En la obra hay frases que no tienen verbo, como "Cuchillos en gallinas", el eje principal no son las acciones. Nuestras conversaciones en los ensayos giraban en torno a lo místico y creo que mi convicción espiritual es tan fuerte que impregnó la puesta y las actuaciones.

¿Discutió la obra con el autor?

Conocí a Harrower cuando vino y cuando fui yo a Inglaterra, pero no quise preguntarle mucho, lo que monté es mi impresión de la obra, se podrían hacer lecturas diferentes y también estaría bien. Además, él está un poco cansado de que sólo le pregunten sobre ésta y no sobre obras posteriores. Recién con la última, Blackbird, la crítica y el público volvieron a responder con la misma intensidad. Sí lo mantuve informado, le mandé fotos y el blog.

En efecto, en knivesinhens.blogspot.com se pueden ver fotos de los ensayos, del montaje de la escenografía, comentarios, reflexiones, el texto, la teoría de Leibniz que habla del molino como el comienzo de la máquina, párrafos de Las palabras y las cosas de Foucault, y hasta la historia de San Ordano, onomástico que coincidió con la fecha de estreno. Tantanian dedicó esta obra a Inda Ledesma, porque dice que se decidió definitivamente por el teatro ante las puestas de aquella directora y a Roberto Villanueva, recientemente fallecido, que dirigió su obra La tercera parte del mar y a quien recuerda con mucho afecto.


Autor y director de éxitos
Nació en 1966. Estudió actuación y dirección con Augusto Fernandes, Laura Yusem y Juan Carlos Gené; canto con Alicia Scaglia y dramaturgia con Ricardo Monti y Mauricio Kartun. Participó —con sus propios espectáculos o junto al grupo El Periférico de Objetos, ese grupo de vanguardia que comanda Daniel Veronese— en más de 60 festivales internacionales. Escribió, entre otras: Juegos de damas crueles, Un cuento alemán y Muñequita o juremos con gloria morir. Muchas de sus obras fueron estrenadas también en Francia, España, Bélgica, Austria y Alemania y traducidas al inglés, italiano, francés y alemán. Dirigió textos propios y de otros autores. Como cantante presentó Kurt Weill. Berlín. Postales en sombra, Proyecto Brecht, Potpourrí violento, De lágrimas y De protesta, en el país y en festivales internacionales. Ha recibido numerosos premios nacionales. Fue seleccionado para la beca de la Akademie Schloss Solitude de Alemania. De su reciente producción, se destaca su versión de Romeo und Julia, que se estrenó en Suiza.


Hombre trabajando
Seguir con Los mansos y ampliar su elenco para versionar Los hermanos Karamazov; también volver en marzo con Bestiario Grimm, en la que es coordinador de un grupo de dramaturgos de la EAD, de donde continúa siendo docente de Nuevas Dramaturgias. Está escribiendo el texto de Tyse, espectáculo que dirigirá Jorge Pastorino, la marca del equipo Tantanian en las luces, como es Oria Puppo en escenografía. Además, el mismo grupo de actores que realizó La balsa de la medusa, que dirigió Emilio García Wehbi, lo convocó para que lo dirija, y están trabajando sobre la poeta rusa Marina Tsvietaieva. Enamorada de la obra de Rilke, en 1926 mantuvo con él y con Pasternak una correspondencia en que se está basando Tantanian para escribir el texto.


Buenas historias
Camilo Sánchez
La discreta bodega de un barco argentino de principios de siglo y los arrabales de una aldea rural europea del siglo XVIII. Este año, la sala Cunill Cabanellas, la que está en el tercer subsuelo del San Martín, y sobre la que se trabaja para retornarle el imprescindible aire acondicionado, ha tenido en El niño argentino de Mauricio Kartún y Cuchillos en gallinas, dirigida por Alejandro Tantanian, dos apuestas teatrales de gran calidad. Elencos mínimos y aliento grande, en dos historias que trabajaban sobre los recovecos y deshechos del lenguaje.