30.9.06

Dios vigila todo

"No hay que mirar mucho para arriba. Las caras quedarían sobre las cabezas, chatas."


"El viento sopla. El sol brilla. Los cultivos crecen. El cielo... El pájaro – vuela. Las nubes - ... El árbol... ¿Qué? Se yergue. El árbol se yergue."


"El cielo – El cielo... El conejo corre. Las nubes - ... ¿corren?... ¿crecen? Las hojas del árbol- ... ¿cuelgan? El cielo - ... El cielo - ..."

El labrador Pony William: el hombre del caballo


Silencio



La Mujer Joven lee, escribe y se ilumina

La Mujer Joven se da vuelta y camina hacia la casa, se sienta a la mesa, toma la pluma, empieza a escribir en las hojas de papel que están allí.






Fotos © Ernesto Donegana

29.9.06

Algunas fotos...

... de lo que será nuestro techo (las fotos son de una maqueta)



... y de lo que será nuestro piso (esto no es maqueta --- están construyéndolo en la sala).

© Oria Puppo

23.9.06

Octubre, 25

Parece que es así: el jueves 25 de octubre a las 20: 30 horas - finalmente - estrenamos. Los tiempos del CTBA se fueron dilatando este año hasta el límite de lo posible: tendrán pocos días para ver Cuchillos en gallinas - : aparentemente bajamos el 10 de diciembre. Si ustedes nos acompañan en las funciones, iremos por más ---

22.9.06

El ensayo de ayer

-- a veces, sucede. Y ayer sucedió: además de haber sido la primer pasada completa de la obra, fue increíble: los estados cuentan la obra, pasa el tiempo y siento cada vez con mayor certeza que esta obra ingresa por otro lado a la percepción: no es sólo la historia, ni el lenguaje, ni lo que podamos ver: es el misterio de cualquier cosa creada lo que encierra, un estado de latencia, una suerte de respiración silenciosa que a veces se transforma en grito. Gaby, Diego y Juan son enormes: ayer lo demostraron. No dejo de sorprenderme frente a algunos momentos de la actuación: no dejo de emocionarme frente a lo que sucede: cuando eso pasa, algo pasa: es así. Si yo, que vengo frecuentando casi de manera obsesiva este texto durante meses, puedo encontrarme emocionado frente a una escena es porque algo está sucediendo. Y eso será Cuchillos en gallinas. Eso es Cuchillos en gallinas. La felicidad es hoy.

Gaby, Diego y Juan antes de atacar la escena 18.

20.9.06

Primer estreno argentino de David Harrower

David Harrower

Complejo Teatral de Buenos Aires
Sala Cunill Cabanellas

Cuchillos en gallinas
de David Harrower

Traducción del escocés, primera versión: Rafael Spregelburd
Versión en castellano: Beatriz Catani
Versión definitiva: Alejandro Tantanian & Martín Tufró

Mujer Joven, una campesina
Gaby Ferrero

Pony William, un labrador
Diego Velázquez

Gilbert Horn, un molinero
Juan Minujin

Equipo de producción

Coordinador de producción

Gustavo Schraier

Asistente de dirección
Ana María Converti

Equipo Creativo

Asistente artístico
Martín Tufró

Meritorio de dirección
Juan José Santillán

Asistencia de escenografía y vestuario
Cecilia Stanovnik

Asesoría en magia
Matías Race

Asesoría Literaria
Josefina Delgado

Música
Guillermina Etkin

Iluminación
Jorge Pastorino

Escenografía y vestuario
Oria Puppo

Dirección
Alejandro Tantanian


A los trabajos y los días de Inda Ledesma.
A la memoria de Roberto Villanueva

La Mujer Joven dice:

Gaby Ferrero en un ensayo de Cuchillos en gallinas

Mujer Joven
Ví un... charco. Un charco en donde podés ver la tierra por debajo. Charco de agua clara después de lluvia fresca. Vi grietas de la tierra, allí. Vi pies de pájaros. Vi el sol brillar. ¿Tenés un nombre para eso?

William
Charco.

Mujer Joven
No. El nombre correcto.

William
El nombre correcto es charco.

Mujer Joven
¿Cómo?

William
Andá directo a las cosas, mujer. Caminá y no pares.

Mujer Joven
Charco es agua barrosa, oscura. No se ve nada. ¿Qué fue lo que ví? Agua clara, brillante. ¿Qué?

William
Charco. Charco es siempre charco. Ya lo dije. Charco oscuro, charco claro. Lo mismo.

Mujer Joven
Las cosas cambian cada vez que las miro.

William
Algunas sí. Algunas no. Quedáte con lo que sabés. Es mejor. No te pares a mirar. La aldea te va a ver. Va a hablar. Vos conocés esta aldea.

Mujer Joven
No sé mucho. No lo suficiente. Cuando el viento hace al árbol hacer esto... (Se sacude.) ¿Qué es? ¿Hay un nombre para eso? ¿Por qué lo hace? A las hojas se les ve lo de abajo. No sé si está bien mirar. ¿Qué es?

William
Ya vas a entender. Vas a llegar a entender. ¿Dudás de Dios?

Mujer Joven
No. Nunca dudo de Dios.

David Harrower, Cuchillos en gallinas, Escena 3

18.9.06

Heidegger dice:

La piedra del camino es una cosa y también el terrón del campo. El cántaro y la fuente del camino son cosas. Pero ¿y la leche del cántaro y el agua de la fuente? También son cosas, si es que las nubes del cielo, los cardos del campo, las hojas que lleva el viento otoñal y el azor que planea sobre el bosque pueden con todo derecho llamarse cosas. Lo cierto es que todo esto deberá llamarse cosa si también designamos con este nombre lo que no se presenta de igual manera que lo recién citado, es decir, lo que no aparece. Una cosa semejante, que no aparece, a saber, una «cosa en sí», es por ejemplo, el conjunto del mundo y hasta el propio Dios. Las cosas en sí y las cosas que aparecen, todo ente que es de alguna manera, se nombran en filosofía como cosa.

de El origen de la obra de arte

Fragmentos de Clarice

Clarice, joven - siempre Lispector.

Seco estudio de caballos


La forma del caballo representa lo mejor del ser humano. Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo, entonces el mío se expresa. Su forma habla.

Todo caballo es salvaje y arisco cuando manos inseguras lo tocan.

Intentando poner en frases mi más oculta y sutil sensación - y desobedeciendo mi necesidad exigente de veracidad - yo diría: si pudiese haber escogido, me habría gustado nacer caballo.

Desde la calzada desierta yo miraría: una esquina y otra. Y vería las cosas como un caballo las ve. Ése era mi deseo. Desde la casa yo intentaba al menos escuchar la colina de hierbas donde en las tinieblas caballos sin nombre galopaban en un retorno al estado de caza y de guerra.

Si me duermo un instante, el eco de un relincho me despierta. Y es inútil intentar no ir. En la oscuridad de la noche el resollar me da escalofrío. Finjo que duermo pero en el silencio el caballo de buena raza respira. Todos los días será igual: ya al atardecer comienzo a ponerme melancólico y pensativo. Sé que el primer tambor en la montaña del mal hará la noche, sé que el tercero ya me había envuelto en su tormenta. Al quinto tambor ya estaré con mi codicia de caballo fantasma. Hasta que de madrugada, con los últimos tambores levísimos, me encontraré sin saber cómo junto a un arroyo fresco, sin saber jamás lo que hice, al lado de la enorme y cansada cabeza del caballo.

El trote, empero, continúa en mí. Converso, arreglo la casa, sonrío, pero sé que el trote está en mí. Siento su falta hasta morir.

No, no puedo dejar de ir.

Cuando de noche él me llame, atrayéndome al infierno, iré. Desciendo como un gato por los tejados. Nadie sabe, nadie ve. Sólo los perros ladran presintiendo lo sobrenatural.
Y me presento, en la oscuridad, al caballo que me espera.

La noche es mi vida, anochece, la noche pecadoramente feliz es la vida triste que es mi orgía: ah, roba, roba de mí el caballo de pura sangre porque de robo en robo hasta la madrugada yo ya robé para mí y para mi compañero fantástico, y desde la madrugada ya hice un presentimiento de terror de demoníaca alegría malsana.

Líbrame, roba de prisa el caballo real mientras es hora, mientras todavía no anochece, mientras es de día sin tinieblas, si es que todavía hay tiempo.
Y la alegría orgiástica de nuestro asesinato me consume de terrible placer. Roba de prisa el caballo peligroso del Rey, róbame antes que la noche venga y me llame.

este texto fue encontrado y fragmentado por nuestro diego "pony william" velázquez

17.9.06

Alejandro Tantanian y sus múltiples proyectos

El actor, el cantante, el director y el autor Alejandro Tantanian realiza una precisa radiografía de sí mismo. "Me gusta cruzarme de géneros. Me gusta forzarme a cierta adrenalina, creo que eso está bueno. Por ejemplo, de mi generación creo que soy el que más colaboró con un montón de gente: Luis Cano, Javier Daulte, Rafael Spregelburd, El Periférico de Objetos, Daniel Veronese, Luciano Suardi... Esa situación es lo que me mantiene en movimiento", reconoce.

Y tiene razón. Porque ha demostrado ser un excelente coequiper, un magnífico conductor de sus propios montajes y un trabajador incansable. De hecho, en estos momentos tiene en cartel Los mansos, que lleva más de un año en cartel; hoy estrena, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Bestiario Grimm, proyecto del cual es coordinador/curador; ensaya Cuchillos en gallinas de David Harrower, con Gaby Ferrero, Juan Minujín y Diego Velázquez, y Recital Ibsen con Elena Tasisto y Alfredo Alcón (ambos proyectos en el Teatro San Martín). O sea, de lo alternativo al circuito oficial, desde trabajos con teatristas emergentes hasta lo más granado entre los actores de prestigio, pasando por lo experimental.

Por eso, en situación de entrevista, es complicado hacerle un reportaje porque siempre tiene tanto entre manos que es complejo focalizar en algo. Pero, por suerte, él la hace fácil y comienza hablando del estreno de hoy: Bestiario Grimm.

"La cosa lleva dos años y surgió de un curso de nueva dramaturgia que doy en la Escuela de Arte Dramático. Con los alumnos comenzamos reflexionando sobre Brecht para hacer eje en el tema del miedo. A partir de ciertas necesidades del grupo, empezamos a pensar si podíamos encontrar un objeto sobre el cual seguir pensando. Entonces se me ocurrió pensar en la idea de una serie que pudiera dividirse en tantas partes como gente. Lautaro Vilo, uno de los que hizo el curso, propuso trabajar a partir de los cuentos de los hermanos Grimm que, si bien no conforman una serie, son más de 150 y la gran mayoría está vinculada con el miedo".

Repasemos. Cuando Tantanian habla de los hermanos Grimm se refiere a los alemanes Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1788-1859), quienes desempeñaron un inmensa labor en la filología alemana. Claro que, como pocos, también rescataron las leyendas, las historias de tradición y transmisión oral transformándolas en cuentos de consumo masivo. De última, a ellos les debemos cuentos como Caperucita Roja o La Cenicienta.

Tantanian, como la mayoría, tomó contacto con esas historias cuando era adolescente. Y en la obligada revisión que hizo para este proyecto, descubrió otras capas en la producción de estos hermanos. "Sus cuentos son tremendos. Eran una suerte de personajes muy raros, tenían una voluntad enciclopedista que era bastante afín a la época, fueron una especie de bisagra entre el iluminismo y el romanticismo", cuenta.

A partir de leer una y otra vez sus libros, tomaron medidas necesariamente caprichosas para darle a forma a esta colección de animales performática. Lo explica él: "Lo que se verá son nueve microsituaciones que no llegan a construir un relato. La cosa dura casi dos horas. Comienza con dos obritas en la sala Pujato, luego se pasa por una instalación en el hall del Rojas para terminar en la sala Batato Barea, en donde se presentarán las últimas seis obras".

Cada obra fue realizada a partir de quince textos "grimmianos". "El chiste es que si uno ve el espectáculo entero estarías viendo los 150 y pico de cuentos de los Grimm. Lo cual es falso pero da un idea de totalidad", apunta. Los responsables de cada una de estas situaciones son Paula Bartolomé, Ximena Espeche, Milagros Ferreyra, Ariana Harwicz, Pablo Iglesias, Bea Odoriz, Sol Pérez, Mónica Salerno, Lautaro Vilo y Susana Villalba. Ellos harán estas ocho únicas funciones del Bestiario Grimm en el Rojas.


De un recital y un cuchillo

Mientras ese proceso de investigación llega a su fin, Alejandro se encierra en el Teatro San Martín porque allí ensaya dos montajes. Cuchillos en gallinas, obra de David Harrower, un proyecto suyo que, como dicen los canales, se estrenará "próximamente". Por otra parte, Recital Ibsen (fragmentos, cartas y misceláneas) es un espectáculo dedicado al dramaturgo noruego en el año del centenario de su muerte. Tantanian pone especial énfasis en poner en caja a este último proyecto que se estrenará el 3 de octubre. "Como Un enemigo del pueblo no pudo hacerse por cuestiones presupuestarias -explica-, Kive Staiff, director del Complejo Teatral, me convocó para hacer algo en relación a Ibsen. Será algo casi informal. Para la dramaturgia llamé a Nicolás Schuff, que tiene especial debilidad por el trabajo de Ibsen, y armamos algo. Como Ibsen no es muy conocido, buscamos también materiales periféricos, algunas cartas, escenas emblemáticas de sus obras y construimos un texto. Va a ser una lectura de esos materiales con la presencia y la magia que tienen Alfredo Alcón y Elena Tasisto. Eso alcanza".

Amante de los actores, Tantanian suele convocar a intérpretes de enorme talento. Es lo que hizo en Los mansos y lo que planea hacer en Cuchillos en gallinas , producción que ya tuvo algunos cambios en los planes originales. "Inicialmente, la actriz iba a ser Analía Couceyro, pero como la producción tuvo muchísimos problemas, ella no pudo. Ahí apareció Gaby Ferrero, que es una actriz que adoro."

-Con ninguno de ellos habías trabajado, ¿por qué los llamaste?

-Tenía ganas de probar. Por lo pronto, los admiro. Diego Velázquez y Juan Minujín tienen un acercamiento a la actuación muy distinto a mis formas. Ellos son muy físicos y yo hago algo que pasa por otro lado, por eso me gustaba el desafío de hacer algo juntos. Y está bueno porque, para mí, la obra está exactamente en tensión entre una fuerza profundamente material, como de tierra, y algo muy espiritual, como de aire. Por eso necesitaba a esos actores.

-¿Cómo es estar dirigiendo a dos elencos tan distintos entre sí en lo generacional, la formación y sus implicancias en el medio?

-Teniendo en cuenta que son experiencias muy diferentes, Cuchillos... es algo más complejo por el tipo de material. Pero cuando trabajo ocupo un lugar muy horizontal. Cada vez llego al primer ensayo sabiendo un montón de cosas sobre la obra pero pensando casi en nada en lo que voy a hacer. Claro que cuando Alcón o Tasisto leen un relato lo increíble es que empezás a ver absolutamente todo lo que está en el texto. Claro, son ellos... Pero tampoco pasa por quedarme mirándolos y aplaudir. Hay una zona en la que tenés que cruzar cierta barrera que uno tiene con uno mismo. Y cuando sentís que empezás a probar, empezás a jugar. Y eso es siempre igual, no hay con qué darle.

Y sean sus compañeros de Bestiario Grimm, el mismo Alcón, sus tres actores de Cuchillos en gallinas y el intenso terceto de Los mansos, él, Alejandro Tantanian, juega sus mejores cartas y hace más fácil aquello que parece sumamente complejo.

Por Alejandro Cruz
de la Redacción de LA NACION - Miércoles 13 de septiembre de 2006

16.9.06

Asi


Nuestra Mujer Joven - la dignísima Gaby Ferrero - está así: resfriadísima - con un virus, dicen (palabra placebo utilizada por los médicos para explicar lo que ellos no saben). Desde el miércoles: el día de las fotos que están más abajo (notarán en ella un abrigo excesivo y una cara que preanuncia el aluvión mocoso) la Mujer del Caballo está en cama - nuestros ensayos en compás de espera: sin ella casi nada es posible: así son las mujeres en el mundo de Harrower. El miércoles que viene estaremos en Cunill ya con la mujer del arado fuerte como debe ser.

15.9.06

El ensayo del miércoles

El único encuentro del labrador, su mujer y su amante


Después del hecho de sangre


Reflejos del crimen


Antes de la noche juntos


La entrega


El molinero de la aldea


Mujer estúpida


Todas las fotos © Ernesto Donegana

12.9.06

Hoy

... amanecí doloroso, lacrimoso. Por eso necesito - a veces - la compañía de los muertos. He aquí el motivo del post anterior.

Un campo

Tal vez uno pueda recorrer - alguna vez - un campo y encontrarse - en silencio y sobre la espesa vegetación - a Andrei: la charla sería enorme, entonces: sobre el campo, el silencio y la espesura. Si alguien supo alguna vez hablar de las relaciones entre arte y espíritu, ése fue Andrei Tarkovski - su obra está allí: horadando silenciosamente el tiempo, permaneciendo, alimentando el presente. Cuchillos en gallinas - la pieza de Harrower - plantea preguntas afines a Tarkovski: el sentido del sacrificio, el por qué de las palabras y las cosas, el misterio de la existencia, el dolor del encierro, las ansias de ser otro - siempre ser otro: todas esas preguntas, todas esas heridas sangran en las películas de Tarkovski. Por eso esta foto de él en un campo - ése campo - el campo en donde la mujer joven de Harrower cree ver el alma de Pony liberada del yugo de la existencia, el campo en donde el molinero deja de ser molinero, el campo: ese campo en donde ella misma puede - con propias manos - ayudar a nacer a un nuevo caballo. Ojalá que en este campo, el que construimos día a día para presentar Cuchillos en gallinas, pueda pasearse y charlar Andrei Tarkovski.

3.9.06

Dreyer
























Renee Falconetti: la extrema decantación del gesto

2.9.06

¿De dónde vienen los nombres? por Josefina Delgado

Los fantasmas en su tablado

Estoy en diciembre de 2005. Alejandro Tantanian me pide que lea Cuchillos en gallinas, de David Harrower. Empieza el verano, y vengo de un año de lecturas intensas. Leer teatro significa dar vida a los fantasmas creados por otro, mucho más que en otra clase de ficción; en las novelas puede confiarse en la fantasía del autor, que sitúa a estos fantasmas en un espacio virtual, mientras que en el texto teatral casi inconscientemente nos forzamos a ponerlos, en carne y hueso, sobre un tablado que representa la convención de lo teatral. Somos dioses creadores del futuro prometido por el texto.

Los fantasmas me hablan al oído. Empiezan a resonarme algunas frases sueltas, armando su propio texto: “No hay que ser una cosa para ser como una cosa.”, “Sos como cualquier cosa que yo quiera”, ”... todo lo que es mi cuerpo se había ido de adentro para afuera.”, “¿Vi un charco (...) ¿Tenés un nombre para eso?”, “Las cosas cambian cada vez que las miro” y entonces en el texto se insiste con los nombres “¿hay un nombre para eso?”, “Entonces déme algo suyo. Algo que todos en la aldea conozcan. /¿Qué quiere, molinero? / Su nombre.” , “Todo lo que debo hacer es empujar los nombres hasta el fondo de lo que hay...”, "Cada nombre que conozco me llevará más cerca de Dios”, “El sonido de una mujer cuando nadie la oye. Sólo cuando lo merezca podré conocer los nombres.” También importa la mirada: “Miré mis manos”, “Yo miro al cielo. Pero me duelen el cuello y los ojos”, “No hay que mirar mucho para arriba. Las caras quedarían sobre las cabezas, chatas.”, “Dios sabe todo. El ve cada cosa. Él tiene nombre para todas las cosas.” O la pluma: “Mire. Cómo brilla el fuego en ella.” , “Puedo escribir lo que está aquí, en mi cabeza”, ”Yo vivo bajo un cielo distinto”, “Tantos nombres. Me los voy a aprender todos.”

Esta nueva red de significados se relaciona con otros textos, con otros fantasmas. Sus nombres: Leibniz, Benjamin, Von Hoffmansthal, Bacon, Coetzee. Armo la lista y se la muestro a Tantanian.

Universalizar es saltarse las épocas, y en este caso la lectura de Harrower que puedo hacer es acrónica, tiene dos niveles, el de lo representable, que se instala en el tablado del teatro, y el de lo deseante, la fuerza que puede engendrar su propio objeto. En el primer nivel puedo aceptar algunas marcas de época, pero en cambio el segundo me lleva a la absoluta pérdida de esas marcas.
Los textos propuestos plantean preguntas que les son comunes, una extraterritorialidad que resalta su claridad, y pertenecen a distintos géneros discursivos: novela, ensayo filosófico, o un género marginal como lo es el texto de Benjamín.
La propuesta surgida en común entre Alejandro Tantanian y yo, como consecuencia de estas asociaciones, fue trabajar con los miembros del equipo de Cuchillos... en la lectura y comprensión de estos textos. Es lo que hacemos mientras escribo esta nota, y los resultados no son previsibles. Entonces el miedo es inherente a la tarea.

Como la Mujer Joven de Harrower, no tengo respuesta para todas las cosas. Pienso que la respuesta la dará la encarnación de mis fantasmas en Gaby Ferrero, Juan Minujin, Diego Velázquez. Por eso me seduce mi participación en esta tarea. Fuera de los cánones de lo previsible, se trata de una extraña forma de trasmisión, donde no me quiero sentir “maestra” sino interlocutora. Trasmisión durante la cual, de pronto, surgen nuevas preguntas sobre el texto de Harrower.


¿Por qué los textos?

Mi lectura de Cuchillos en gallinas se ancló sobre algunas preguntas: quién da la palabra, qué es ser mujer, quién y a través de qué otorga el poder, qué puede hacer el ser con Dios, cuál es la unidad y la diferencia de la naturaleza con el ser.
El texto de Hugo von Hoffmansthal es la Carta de Lord Chandos a Francis Bacon, donde crea un personaje sobre la realidad histórica: se trata de Lord Philip Chandos, que al final de su vida “perdió la razón” y cayó en un ensimismamiento que le impidió seguir escribiendo. El escritor alemán le inventa una última carta a su mecenas, lord Bacon, en la que explica –y esto es una paradoja- brillantemente las razones de su silencio. Allí el falso Lord Chandos escribe: “Quería descifrar como jeroglíficos de una sabiduría ignorante y secreta, cuyo hálito quería percibir a veces como detrás de un velo, las fábulas, los relatos míticos que nos han legado los antiguos y por los que sienten un gusto infinito e irreflexivo los pintores y escultores. (...) ansiaba yo sumergirme en esos cuerpos rutilantes, desnudos, en esas sirenas y dríadas (...) y hablar desde ellas con el don de las lenguas."
¿Qué otra cosa desea la Mujer Joven de Harrower?
“Toda la existencia se me aparecía en aquella época como una gran unidad (...) entre el mundo físico y el mundo espiritual no veía ninguna contradicción (...) en toda la naturaleza me sentía a mí mismo (...) intuía que todo era una metáfora y cada criatura una llave de la otra (...) He perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa (...) Todo se me desintegraba en partes, las partes otra vez en partes y nada se dejaba ya abarcar con un concepto. (...)
Las palabras aisladas flotaban alrededor de mí, cuajaban en ojos que me miraban fijamente y de los que no puedo apartar la vista: son remolinos a los que me da vértigo asomarme, que giran sin cesar y a través de los cuales se llega al vacío. (...) Me sentía como alguien que estuviese encerrado en un jardín lleno de estatuas sin ojos.” Como a la Mujer Joven cuando quiere saber el nombre de un charco de agua limpia, a Chandos se le revelan algunos objetos en una singularidad sublime, es decir, pierde valor la generalización para él, uno de los fundamentos del lenguaje. Entonces busca “aquello cuya forma insignificante, cuyo estar tumbado o apoyado no advertido por nadie, cuya muda esencia se puede convertir en fuente de aquel enigmático, mudo y desenfrenado embelesamiento.” Y termina diciendo dramáticamente, “porque la lengua en que tal vez me estaría dado no solo escribir sino también pensar, no es ni el latín, ni el inglés. Ni el italiano, ni el español, sino una lengua de cuyas palabras no conozco ni una sola, una lengua en la que me hablan las cosas mudas, y en la que quizás un día, en la tumba, tendré que rendir cuentas ante un juez desconocido.”
Esto termina escribiendo Chandos en 1603, y Von Hoffmansthal en 1902.

El lord Bacon a quien lord Chandos escribe esta carta ficticia es el autor de una de las mayores utopías del renacimiento, La nueva Atlántida. Allí se propone una alternativa para ese mundo inglés, en el que lord Bacon ha jugado no solo el papel del filósofo que busca nuevos modos de describir la facultad de conocer –el Novum organum- sino también el del político y aun el del conspirador. Así lo revela la manera en la que envuelve a lord Essex para que sea condenado y ejecutado luego de su fracasada expedición a Irlanda. De este modo el favorito de la reina pierde la ocasión de ser elegido como sucesor. Si bien Shakespeare dará buena cuenta de estos conflictos en la serie de sus obras históricas, Bacon inscribe en su utopía el deseo de convertir a Inglaterra en un super imperio, más allá de lo que en realidad se ha logrado hasta el momento. Enhebra la fantasía de un naufragio, un motivo literario de la época, dado que permanentemente había naufragios y relatos de naufragios, y se inventa una isla a la que llegan desde el Perú unos náufragos que hablan español. La utopía es el lenguaje sin diferencias, el don de lenguas que permite, como en los sueños, comprender el mensaje de quienes hablan otro idioma. El arca milagrosa en la que llegó a la isla el libro que encierra el don de lenguas, llegó a sus tierras de modo mágico. Los náufragos comprenden que están en un mundo donde el homenaje a Dios y a sus criaturas es la fuente del conocimiento y no un ritual meramente simbólico.

La posibilidad de buscar en la Monadología de Leibniz un vínculo con Harrower se basó, en todo caso, en cómo éste explica que el alma, pese a las lecturas que pueden hacerse desde el diluido cristianismo contemporáneo, está encerrada en sí misma, y contiene una representación de la totalidad del universo. Es posible suponer una máquina, dice Leibniz, cuya estructura le permita pensar, sentir y ser capaz de percepción, y suficientemente aumentada de modo tal que conserve las mismas proporciones, y que sea posible ingresar en ella como en un molino. ¿Molino? ¿No hay un molino en el centro de Cuchillos...?
La coincidencia sorprende, y entonces vemos un molinero distinto, que pasa a ser el emisario de lo que llamaría las nuevas almas, las almas que, aunque encerradas en sí, no lo esperan todo de Dios sino que pueden construir su propio objeto. Porque ésta es la lectura que, finalmente, le dará Gilles Deleuze en El pliegue a la Monadología de Leibniz. Ese espacio barroco investigado por Leibniz hacia 1700, tendría la configuración de un campo de fuerzas o de intensidades relacionadas entre sí, donde la perspectiva clásica desaparece y es desplazada dando lugar a una infinidad de puntos de vista bajo los cuales el objeto sufriría múltiples deformaciones. Similar a la distorsión del barroco, donde el objeto es percibido desde un punto de vista pero distorsionado desde los demás, también los personajes de Harrower se cruzan pero no se tocan, son para sí pero no para los otros, buscan los nombres pero no aceptan la intercambiable nomenclatura de un lenguaje común. Se pelean por los nombres y terminan perdiéndose en su propia búsqueda, en la soledad de su mónada particular, aunque en todo caso la fuerza deseante de la Mujer Joven le permite reemplazar a uno de los dos hombres: quizás la salida dramática sea injusta, porque castiga a quien le dio las preguntas, y deja en libertad al Molinero, que se apoderó de su nombre, aunque en su papel de Mefistófeles rural le despertó el deseo de crearse a sí misma.

La autocreación es la clave de una lectura feminista, en la que la escritura y el propio nombre pueden ser la llave de la liberación. Con algo de ironía concluye J. M. Coetzee su novela Elizabeth Costello, parodiando la Carta de Lord Chandos... de von Hoffmansthal pero poniendo esta vez la palabra en una mujer, Lady Chandos. También ella le escribe a Lord Bacon, y desde la ironía su carta sirve para aceptar que la creación ha confinado a la mujer a la costilla del varón, aunque la mujer pueda ser tan inteligente que comprenda que su marido ha perdido la razón y se dirija al poderoso para pedir ayuda. Cuando Lady Chandos habla de “mis éxtasis”, dice “Vienen a mí —y escribo sin ruborizarme, no hay tiempo para ruborizarme— cuando estoy en brazos de mi marido. Él es mi único guía. No los tendría con ningún otro hombre. Él me habla en cuerpo y alma, con un habla sin habla. En mi interior, en cuerpo y alma, me introduce palabras que ya no son palabras, sino espadas llameantes.” Expresión de resonancias bíblicas, que remite a los ángeles que defienden la entrada del paraíso.

Es la palabra otorgada a la mujer la que transforma a Cuchillos... en una nueva lectura de la tradición del mito de Fausto, en la que la mujer crece al permitírsele ser tentada con el conocimiento. Ahora el Molinero/Mefistófeles le dice a esa Mujer Joven/Lady Chandos que no necesita vivir a través de su unión sexual con su marido, sino que ella misma puede escribir su nombre -secreto para todos nosotros, lectores y espectadores- y con eso partir hacia lo desconocido.

Como Walter Benjamin, a quien le fuera revelado su nombre secreto –se trata de una ficción- a partir del reencuentro con una mujer a la que amó y en la que se encarnó su Ángelus Novus, enviado por Dios. Este le ha devuelto su nombre secreto, aunque transformado, y los ha llevado a ambos al lugar de donde venían, permitiéndoles el encuentro con su nuevo ser, ofreciéndoles luego en un movimiento dialéctico “un futuro en el que se resuelve el conflicto de lo único, nuevo, aun no vivido con aquel júbilo de lo que es todavía una vez más, de lo reconquistado, de lo vivido." En este extraño texto de Benjamín, reproducido por Gershom Scholem en Walter Benjamín y su ángel, el tema del nombre se entrelaza una vez más con la posibilidad de engendrar un futuro en el cual se recupere el júbilo del pasado, es decir, el viejo ser se funda con el nuevo y dé lugar a una nueva persona.


Palabras llameantes

Cuando las palabras vacilan, cuando los conceptos se confunden, cuando los dadores de nombres y de lenguaje se convierten en los demiurgos del ser, hay que volver a plantearse las preguntas de la filosofía. El teatro es un buen lugar para que las palabras recuperen su capacidad cuestionadora. Los fantasmas de Harrower se preguntan “¿Y dónde está, entonces, Dios?”.
La Mujer Joven quiere palabras, Dios se las pone en la cabeza, cree ella, aunque también cree que las imágenes del molinero que se le aparecen en los sueños son la magia de un sortilegio del que es responsable el mismo Molinero. La Mujer Joven tiene miedo, no se atreve a esperar su grano, no se atreve a escribir su nombre, obedece a su marido, y cuando rompe el sortilegio y comprende que no son los otros los dueños de sus acciones, en el pliegue de su alma donde se han instalado las preguntas por el nombre, se produce una fuerza deseante que la hace renacer. El precio es la muerte, y el futuro, un Molinero nuevo al que todavía nadie conoce. Mientras tanto, el Angel de los nombres tiene la palabra.

Josefina Delgado

Agosto, 2006

este ensayo fue escrito por josefina delgado para ser publicado en la revista del ctba en ocasión del estreno de cuchillos en gallinas, y nosotros - gracias a la generosidad de josefina - lo publicamos antes en nuestro blog.

También dice Maria Zambrano:

Escribir es defender la soledad en que se está.

Y así me he ido quedando a la orilla. Abandonada de la palabra, llorando interminablemente como si del mar subiera el llanto, sin más signo de vida que el latir del corazón y el palpitar del tiempo en mis sienes, en la indestructible noche de la vida. Noche yo misma.

Y toda vida bien lograda es la que ha pasado por el tiempo y ha aprovechado de él para realizarse más bien sin dejar de ser en su raíz: la vocación, el amor y el conocimiento.

Dice Maria Zambrano

La pregunta inicial de la filosofía: "¿Qué son las cosas?", suena todavía en nuestros oídos con ese aire de brusquedad y hasta de impaciencia, como si dijera: "Basta de dioses y de historias, volvamos a empezar a saber". Y al retroceder a la ignorancia se hundió en ella - el que se decidió a preguntar por las cosas - mucho más de lo que lo estuvieron los que configuraron los dioses.

... y parece que lo hubiera dicho a propósito de Cuchillos en gallinas.

La semana que pasó

Los ensayos marchan bien, muy bien - podría decir - : los silencios de Harrower se transforman, de a poco, y gracias al talento de Gaby, Juan y Diego en una partitura extraordinaria. Pudimos descubrir en una improvisación gigante (hecha el miércoles 30 de agosto) ciertos sentidos ocultos en el texto: lo espiritual de la comida, lo terrenal de la comida: la tierra, el cielo. Muchas de las "palabras" que David arroja en el texto "parecen" sólo eso: palabras. Pero el trabajo que estamos llevando adelante nos demuestra que cada una de esas palabras se ligan inexorablemente con la acción y el sentido más profundo de la obra. El viaje es maravilloso y cada vez, al terminar los ensayos, quedamos sorprendidos frente a la densidad, a la leve densidad de la escritura de David: en Cuchillos en gallinas se oculta un saber que hasta su autor podría llegar a desconocer y nosotros sólo aprendemos a intuirlo: el texto tiene ese poder, la inteligencia del texto que emite señales sin detenerse, que plantea enigmas sin pausa, que decide sobre cada uno de nuestros actos como si se tratara de un ensayo sobre el comportamiento humano: el texto, entonces, siempre más oscuro que cualquier intento de iluminarlo. El desafío, entonces: dejar que las oscuridades brillen. Creo que lo estamos consiguiendo.